viernes, 13 de febrero de 2015

LLEGÓ LA HORA DE DESENMASCARAR A RIGOBERTA MENCHÚ


por Anton A. Toursinov

Febrero 11, 2015 / REBELDELIBERTARIO

Las lágrimas de cocodrilo de Menchú y sus mentiras, nos han
costado a los guatemaltecos –literalmente- millones de quetzales.
José Daniel Rodríguez

Gracias a la obra “Yo, Rigoberta Menchú” que presentó como una “autobiografía” escrita por ella, fue que el Comité Nobel le otorgó el Premio Nobel de la Paz. Un reconocimiento inmerecido cuando vemos que sus acciones tienden a la confrontación, al odio racial y al resentimiento ideológico.

Prácticamente todo lo escrito por Elizabeth Burgos sobre la vida de Menchú es un fraude, un engaño con intereses no sólo económicos sino también de propaganda, y que le permitió a Menchú cobrar notoriedad para luego actuar jurídicamente contra su propio país.

Una reveladora investigación realizada en Guatemala por el Dr. David Stoll -corroborada por el periódico estadounidense New York Times- logró determinar que la familia de Menchú no era precisamente pobre, su padre tenía una parcela de considerable tamaño que le generó disputas con la familia Tum, principalmente con el tío de su mujer, no con los terratenientes ladinos que Rigoberta describe en su libro. No tuvo un hermano que murió de hambre, su propia familia lo niega y la desmiente. También es falso que su padre Vicente le negara acceso a la educación, por el contrario, Menchú estudió en el colegio Belga, una institución privada de prestigio en Guatemala.

Las mentiras de Menchú hasta este momento le han generado millonarios ingresos, pero su ambición y deseos de venganza parecieran no tener límites. Hace tan sólo algunos días vimos su testimonio en el marco del juicio de la quema de la embajada de España, hecho ocurrido en Guatemala el 31 de enero de 1980. Sin ningún escrúpulo ni vergüenza, interpretó un melodrama que incluía lágrimas frente a las cámaras de televisión –principalmente de medios extranjeros, por supuesto- para fingir búsqueda de justicia.

En realidad esto último es lo que menos le interesa, ya que obvió deliberadamente detalles importantes durante su “testimonio”, como que la quema de dicha embajada la provocó su padre Vicente Menchú, acompañado de varios terroristas del Frente Robin García y del Comité de Unidad Campesina (CUC), bajo las órdenes de Gustavo Meoño Brenner, seudónimo “Manolo”, jefe de operaciones del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP). Durante esta ocupación los guerrilleros portaban pistolas, machetes y varias bombas incendiarias. Además, Menchú “olvidó” mencionar que uno de los rehenes, el Dr. Adolfo Molina Orantes, fue asesinado de dos disparos por la espalda y que de ninguna manera la invasión ejecutada por su padre de esa sede diplomática fue “pacífica”.
¿Qué motivó a Menchú a ocultar esta información durante el proceso judicial en el cual fue condenado Pedro García Arredondo a 90 años? La respuesta es evidente, los Q188 millones de quetzales que pretendía despojarnos a los guatemaltecos.

Luego de emitida la sentencia, en declaraciones vertidas en Canal Antigua, Rigoberta Menchú mintió nuevamente, pero esta vez deberá enfrentar la querella penal interpuesta por los delitos de calumnia, injuria y difamación, al decir públicamente: “La Fundación Contra el Terrorismo ha sido una de las fundaciones que más ha infundido ese tipo de mensajes, de decir si es comunista debe ser quemado”.

Menchú ha gozado de impunidad y protección desde el mismo MP, lo vimos en los incidentes de la Cumbre de Alaska en 2012, en donde flagrantemente manipuló supuesta evidencia sin tener la autoridad requerida para hacerlo. Esta vez es diferente, los ciudadanos exigimos la aplicación de la Justicia sin privilegios para nadie, deberá demostrar ante un tribunal sus acusaciones o le esperan alrededor de 10 años de cárcel al ser encontrada culpable de todos los delitos que se le imputan. Dura lex, sed lex[1] Rigoberta.

(Fotografía de archivo obtenida en internet que demuestra la doble moral de Rigoberta Menchú, una dizque defensora de Derechos Humanos que tiene vínculos con un dictador totalitario que ha violado sistemáticamente todos los derechos de los ciudadanos bajo el yugo del régimen marxista que hoy gobierna Venezuela).




[1] Dura lex sed lex es una expresión latina, originaria del Derecho romano, que traducida literalmente significa dura ley pero ley. En español, su traducción sería "dura es la ley, pero es la ley” (haciendo entender la misma en un contexto de aplicación inevitable, incluso aunque resulte desfavorable).

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