por Anton A.
Toursinov
Febrero 11, 2015 /
REBELDELIBERTARIO
Las lágrimas
de cocodrilo de Menchú y sus mentiras, nos han
costado a los guatemaltecos –literalmente- millones de quetzales.
costado a los guatemaltecos –literalmente- millones de quetzales.
José Daniel
Rodríguez
Gracias a la obra “Yo,
Rigoberta Menchú” que presentó como una “autobiografía” escrita por ella, fue que el Comité Nobel le otorgó el Premio Nobel de la Paz. Un
reconocimiento inmerecido cuando vemos que sus acciones tienden a la
confrontación, al odio racial y al resentimiento ideológico.
Prácticamente todo lo
escrito por Elizabeth Burgos sobre la vida de Menchú es un fraude, un
engaño con intereses no sólo económicos sino también de propaganda, y que le permitió a Menchú cobrar notoriedad para
luego actuar jurídicamente contra su propio país.
Una reveladora investigación
realizada en Guatemala por el Dr. David
Stoll -corroborada por el periódico estadounidense New York Times- logró
determinar que la familia de Menchú no
era precisamente pobre, su padre tenía una parcela de considerable tamaño
que le generó disputas con la familia
Tum, principalmente con el tío de su mujer, no con los terratenientes
ladinos que Rigoberta describe en su
libro. No tuvo un hermano que murió de hambre, su propia familia lo niega y la
desmiente. También es falso que su padre
Vicente le negara acceso a la educación, por el contrario, Menchú estudió en el
colegio Belga, una institución privada de prestigio en Guatemala.
Las
mentiras de Menchú hasta este momento le han generado millonarios ingresos,
pero su ambición y deseos de venganza parecieran no tener límites. Hace tan
sólo algunos días vimos su testimonio en el marco del juicio de la quema de la
embajada de España, hecho ocurrido en Guatemala el 31 de enero de 1980. Sin
ningún escrúpulo ni vergüenza, interpretó un melodrama que incluía lágrimas
frente a las cámaras de televisión –principalmente de medios extranjeros, por
supuesto- para fingir búsqueda de
justicia.
En realidad esto
último es lo que menos le interesa, ya que obvió deliberadamente detalles
importantes durante su “testimonio”,
como que la quema de dicha embajada la
provocó su padre Vicente Menchú, acompañado de varios terroristas del Frente Robin García y del Comité de Unidad Campesina
(CUC), bajo las órdenes de Gustavo Meoño
Brenner, seudónimo “Manolo”, jefe de operaciones del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP).
Durante esta ocupación los guerrilleros portaban pistolas, machetes y varias
bombas incendiarias. Además, Menchú “olvidó” mencionar que uno de los
rehenes, el Dr. Adolfo Molina Orantes,
fue asesinado de dos disparos por la espalda
y que de ninguna manera la invasión ejecutada por su padre de esa sede
diplomática fue “pacífica”.
¿Qué motivó a Menchú a ocultar esta información
durante el proceso judicial en el cual fue condenado Pedro García Arredondo a 90 años? La respuesta es evidente, los Q188 millones de quetzales que pretendía
despojarnos a los guatemaltecos.
Luego de emitida la
sentencia, en declaraciones vertidas en Canal Antigua, Rigoberta Menchú mintió
nuevamente, pero esta vez deberá enfrentar la querella penal interpuesta por
los delitos de calumnia, injuria y difamación, al decir públicamente: “La Fundación Contra el Terrorismo ha sido
una de las fundaciones que más ha infundido ese tipo de mensajes, de decir si
es comunista debe ser quemado”.
Menchú
ha gozado de impunidad y protección desde el mismo MP,
lo vimos en los incidentes de la Cumbre de Alaska en 2012, en donde
flagrantemente manipuló supuesta evidencia sin tener la autoridad requerida
para hacerlo. Esta vez es diferente, los ciudadanos exigimos la aplicación de
la Justicia sin privilegios para nadie, deberá demostrar ante un tribunal sus
acusaciones o le esperan alrededor de 10 años de cárcel al ser encontrada culpable
de todos los delitos que se le imputan. Dura
lex, sed lex[1]
Rigoberta.
(Fotografía de
archivo obtenida en internet que demuestra la doble moral de Rigoberta Menchú,
una dizque defensora de Derechos Humanos que tiene vínculos con un dictador
totalitario que ha violado sistemáticamente todos los derechos de los
ciudadanos bajo el yugo del régimen marxista que hoy gobierna Venezuela).
[1] Dura lex sed lex es una
expresión latina, originaria del Derecho romano, que traducida literalmente
significa dura ley pero ley. En español, su traducción sería "dura es la
ley, pero es la ley” (haciendo entender la misma en un contexto de aplicación
inevitable, incluso aunque resulte desfavorable).
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