¿Imaginan un costoso
pacto entre la Argentina y una potencia imperialista extranjera,
anti-democrática y represora de los derechos humanos? Este gobierno lo hizo.
Imaginemos que es el
29 de diciembre de 2016, Macri ya presidente y envía al Congreso un Tratado que
acordó previamente con los EE.UU. En el tratado, Argentina se obliga a comprar
armas y buques de guerra. Nos obligamos a entregar territorio para instalar una
base norteamericana de observación espacial, planeada para realizar espionaje
satelital, con trabajadores norteamericanos con inmunidad diplomática, que
operarán bajo la ley de EE.UU. Además, le entregábamos cientos de miles de
hectáreas por 50 años, para la explotación del litio, la minería, el petróleo,
y la agricultura en 23 provincias, con trabajadores norteamericanos.
Además, el tratado
nos obliga a construir represas y otras obras de infraestructura, todas por
adjudicación directa con el gobierno de EE.UU., sin la posibilidad de competir
con empresas de ningún otro país. En un agregado, nos obligamos a comprar sus
Ferrocarriles, importando hasta los durmientes que vendrán exclusivamente de EE.UU.
o Inglaterra (a pesar de que hay seis empresas argentinas que los producen
localmente). Y que todo eso se hará a
cambio de incrementar la deuda externa con el gobierno de EE.UU. Y, por si eso
fuera poco, hacemos un swap de monedas para engrosar las reservas del Banco
Central creando una absoluta dependencia con la Reserva Federal de los EE.UU.
¿Qué
hubieran hecho la Cámpora, Quebracho, D Elía, Bonaffini, y todas las
organizaciones de izquierda y la derecha nacionalista?
Antes de terminar de
leer la pregunta, cualquier lector avispado habrá pensando: “Te
prenden fuego el país, y el gobierno dura dos horas y media a partir de la
noticia.”
Sin embargo, esto es
lo que hizo el gobierno actual, con una potencia imperialista extranjera,
anti-democrática y represora de los derechos humanos.
Desde la fundación
Libertad y Progreso estamos a favor de hacer un Tratado de Libre Comercio con
China, reconociendo que es una potencia importante y es necesario desarrollar
las relaciones con Asia-Pacífico, siendo uno de los dos ejes mundiales más relevantes
desde todo punto de vista. Sin embargo, para realizar el tratado lo que
sugerimos es analizar todos los tratados anteriores que ha realizado China,
sobre todos aquellos hechos en América Latina. Al hacerlo, observaremos todo lo
que los chinos están dispuestos a conceder y qué es lo que piden a cambio.
También veremos que Brasil no hizo ninguna de las importantes concesiones que
sí hizo la Argentina.
El tratado con China,
es una acuerdo marco cuyo destino es seguir ampliándose en todas las
provincias, con objetivo que se resume
en que seguimos exportando materias primas, sin valor agregado, mientras que
seguimos importamos manufacturas (en un 85% de los casos). Mantendremos el
déficit comercial que ya supera los USD 20.000 millones de dólares desde el comienzo
del gobierno de Cristina Kirchner. Nos endeudamos con China para comprar armas,
construir obras de infraestructura, de transporte, una central nuclear y
fortalecer las reservas del Banco Central, y entregamos 600.000 hectáreas, en
lo que puede ser definido como provincias Chinas dentro de provincias
argentinas.
Si el comercio fuera
completamente libre y con bajos aranceles bilaterales, no nos preocuparía ni el
déficit comercial ni qué es lo que importamos o exportamos. Pero es importante
resaltar la flagrante contradicción de aquellos que piensan en planificar
centralmente la economía, y terminan concertando un tratado que nos condena a
seguir exportando materias primas e importando bienes manufacturados.
Tampoco resulta
sensato construir centrales nucleares Chinas, reemplazando la tecnología
alemana utilizada hasta ahora. Cambiar de tecnología alemana por china, puede
ser razonable si uno busca abaratar costos para producir juguetes o cualquier
producto de consumo masivo, pero no parece de ningún modo razonable si lo que
se busca es la máxima seguridad en un tema tan delicado como es la tecnología
nuclear. De hecho, dado que Alemania está cerrando muchas plantas nucleares
pareciera el mejor momento para aprovechar toda la capacidad intelectual ociosa
que puede quedar disponible.
Por último, no es
menor que estemos entregando a China una ventaja estratégico-militar al
instalar una base de observación satelital que ya ha puesto nerviosos a los
miembros de la OTAN, que han respondido de inmediato aumentando la
militarización de las islas Malvinas.
Agustín
Etchebarne [1]
Twitter: @aetchebarne
[1] Es economista especializado en
Desarrollo Económico, Comercialización Estratégica y Mercados Internacionales,
además de profesor de ESEADE y de la Universidad de Belgrano. Es Director
General de la Fundación Libertad y Progreso.
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