09/05/2012 Por
Mauricio Ortín
LA DIPLOMACIA BARRABRAVA
“¿Vio? Soy un
barrabrava. Acostúmbrese”.
Así, le contestó, Héctor Timerman, a poco de asumir al
periodista Nelson Castro; quien lo acusaba de hablar como
tal. Nadie, en ese momento, se hizo eco de la autoincriminación del canciller. El
mismo personaje, en otro hecho para lamentar, se constituyó en persona en el
aeropuerto de Ezeiza y, blandiendo tijera cortaperno en mano, forzó el candado
de “siete llaves” que aseguraba la valija
secreta del gobierno de los EEUU que traían las fuerzas especiales que habían
sido invitados por el país. El justificativo para semejante operación fue la
sospecha de que los “yanques” querían
ingresar drogas y armas al país (debieran mostrar la misma enjundia para
controlar la frontera con Bolivia). Estas, típicas, bravuconeadas K no son
gratis para el país. Hace unos días nomás, el vice ministro de Economía, Axel
Kicillof, desde el recinto del Senado Nacional y por televisión para todo
el país, expresó: “La seguridad jurídica
es un concepto horrible”. En cualquier país medianamente serio dichos de
esta naturaleza propalados por funcionarios públicos, gatillan sus automáticas
renuncias ¿Es que, estos señores kirchneristas no han caído en cuenta aún que
nos representan ante el mundo y que, además, la suerte de nuestro actual y
futuro patrimonio y la de nuestras relaciones comerciales y culturales con
nuestros semejantes de otras latitudes depende, en gran medida, de sus dichos y
acciones? ¿Cuántos miles de millones de dólares menos de inversión para el país
estarán contenidos en la irresponsable frase de Kicillof: “La seguridad
jurídica es un concepto horrible”?
¿Qué seguridad jurídica, para propios y extraños, pueden garantizar
funcionarios que piensan de esta forma?
Otro,
si digo, es el ya mundialmente famoso spot publicitario del gobierno nacional
sobre los Juegos Olímpicos de Londres y las Islas Malvinas. Inconfundible “baladronada” populista que evidencia lo
contrario de lo que pretende explicitar. Porque, mientras que, en la ficción
del spot, los argentinos parece que hacemos lo que se nos da la gana en las
islas (entrenar para los Juegos Olímpicos, por ejemplo), en la vida real, los
que efectivamente mandan allí son los ingleses y, los argentinos, apenas si
podemos filmar spot publicitarios clandestinos porque no tenemos permiso ni
para eso. Alimentar el patrioterismo, no ayuda en nada a la recuperación del
territorio insular. Sí, en cambio, renueva inquina de los kelpers hacia los “argie”. Pero, eso no es todo. Porque el
spot aunque está dirigido intencionalmente al Reino Unido de la Gran Bretaña,
la trasciende. Ello, por la sencilla razón de que contamina políticamente a un
evento que hermana a los pueblos como ninguno. Que los Juegos Olímpicos se
realicen el Londres, no quiere decir que sus propietarios sean los ingleses ni
mucho menos. El acontecimiento pertenece a la Humanidad. Ya en los tiempos en
que se originaron, en la Grecia Clásica, las ciudades que estaban guerra entre
sí se daban una tregua para acudir a la competencia. Alguien debiera
explicarle, a Cristina y a Timerman, que están “escupiendo el asado” en la mesa donde
están sentados todos los países del mundo. A propósito, ¡linda forma de presentar a la Argentina como posible sede de las
Olimpíadas!
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