El juez Fayt es, según la presidente, un hombre “casi centenario”. ¿Que quiso decir la presidente con eso de “hombre casi centenario”?, ¿Es solo una
definición referida a la edad o es la
nueva consigna de la presidente para
que “la campora” salga a hacer lo que
sus conmilitones de ayer -y a los que ella abandonó miserablemente para “hacer guita”- no pudieron llevar a cabo
cuando “El Viejo” les paró los pies a pura triple A y les dijo que “las
revoluciones no se hacían tirando viejos por la ventana…”?.
Hay
cosas que tenemos que poner en claro en esta presunta guerra que parecería
declararse. Primero, porque la presidente
-aunque su corte de buchones esté siempre presta a responder lisonjeramente
cada vez que ella pregunta: “espejito,
espejito…”- no es ninguna jovencita y ha llegado a la edad en que los años
nos dejan inermes ante la crueldad de la vejez. Segundo, las guerras tienen por
causas definidas el odio y el miedo. ¿Qué
porcentaje hay de odio y de miedo en la presidente al atacar al Juez Fayt?.
Quizás
nunca lo sabremos aunque siga empeñada en una guerra producto del odio que ella
le tiene al recuerdo de su antiguo miedo que le ensuciaba los calzones hace
cuarenta años. Hoy la oportunidad se la han servido en bandeja no solos sus
alcahuetes; también aquellos que clamaron por los derechos humanos una vez que
el peligro había pasado, una vez que los ilusos de siempre hubieran hecho el
trabajo sucio para que esa clase mafiosa que a través de los años se reproduce
a si misma en el robo, en la trapacería y en la traición -los políticos
argentinos- pudiera seguir medrando con espurias canonjías.
Digámoslo
con todas las letras. De lo que estamos hablando es que la política de reparación de “derechos
humanos” que lleva adelante el gobierno ya ni siquiera es una guerra, es
una vulgar y asquerosa masacre que se va cobrando la vida de los presos
políticos -doscientos cuatro ya han muerto en condiciones de infame
abandono en los penales federales- esos ilusos que creyeron que no solo defendían
a la Patria sino a la sociedad en su conjunto. Sociedad que en su miedo les
pedía a grito pelado que llenaran de patíbulos la República y que una vez que
todo volvió, gracias a ellos, a la normalidad los abandonó a su suerte y los
dejó -ya ancianos- inermes en las manos de aquellos que en su momento huyeron
dejando como recuerdo de su “valentía”
las tumbas de anónimos perejiles o la posibilidad de hacer negocios con los que
se llenaron los bolsillos y hoy, junto a la venganza con la que creen justificar
sus agachadas, le refriegan por la jeta a esa sociedad grosera y cobarde el
peso de sus bolsas mal habidas. Así que, con altibajos, pero de manera
inexorable, el gobierno y sus sicarios -sean estos jueces, médicos o simples esbirros.
Sea en el circo máximo de los tribunales orales federales o en los gulag del
SPF- están asesinando a aquellos que en
los setenta se enfrentaron a la subversión.
Basándonos
en el sistema de linchamiento que su gobierno ha implementado, señora
presidente, si el juez Fayt la
molesta siempre puede mandarlo a Marcos Paz, Bouwer o Ezeiza donde solícitos
degolladores se harán cargo de él y de sus casi centenarios años. Si no se le
ocurre ningún pretexto para esto, siempre puede acusar a Carlos Fayt, y ya que está a todos los jueces de la corte junto a
él, por haber convertido en papel higiénico la hoja de la Constitución Nacional
donde estaba escrito el artículo
18. Aquel que decía: “Ningún
habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley
anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales, o sacado
de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa”.
Lo recuerda, ¿No?
Buenos
Aires, 12 de junio de 2013
JOSE LUIS MILIA
NOTA: Las imágenes y negritas no corresponden a la nota original.
FE DE ERRATAS: En mi artículo “Haga Patria, mate un viejo”, escribí en su último párrafo lo siguiente: <<…Si no se le ocurre ningún pretexto para esto, siempre puede acusar a Carlos Fayt, y ya que está a todos los jueces de la corte junto a él, por haber convertido en papel higiénico la hoja de la Constitución Nacional donde estaba escrito el artículo 18. Aquel que decía: “Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa”>>,oportunamente, el profesor Mauricio Ortín me hizo saber que había cometido un ligereza al “poner en la misma bolsa” al juez Fayt junto a los otros jueces que sí convirtieron en papel higiénico la página del artículo 18 de la Constitución Nacional ya que Fayt fue: “…el único de los integrantes de la Corte actual que votó en contra de violar el artículo 18 (principio de legalidad). Tan es así, que la Corte Suprema de Uruguay fundamentó su negativa a juzgar a los militares orientales en la brillante argumentación del voto en contra del longevo juez”. Reconozco mi error al respecto y pido disculpas por haber cometido una imprudencia cuya gravedad, si bien no invalida el meollo del artículo, le resta equidad al mismo.
FE DE ERRATAS: En mi artículo “Haga Patria, mate un viejo”, escribí en su último párrafo lo siguiente: <<…Si no se le ocurre ningún pretexto para esto, siempre puede acusar a Carlos Fayt, y ya que está a todos los jueces de la corte junto a él, por haber convertido en papel higiénico la hoja de la Constitución Nacional donde estaba escrito el artículo 18. Aquel que decía: “Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa”>>,oportunamente, el profesor Mauricio Ortín me hizo saber que había cometido un ligereza al “poner en la misma bolsa” al juez Fayt junto a los otros jueces que sí convirtieron en papel higiénico la página del artículo 18 de la Constitución Nacional ya que Fayt fue: “…el único de los integrantes de la Corte actual que votó en contra de violar el artículo 18 (principio de legalidad). Tan es así, que la Corte Suprema de Uruguay fundamentó su negativa a juzgar a los militares orientales en la brillante argumentación del voto en contra del longevo juez”. Reconozco mi error al respecto y pido disculpas por haber cometido una imprudencia cuya gravedad, si bien no invalida el meollo del artículo, le resta equidad al mismo.